jueves, 17 de diciembre de 2020

5º TRABAJO. CREACIÓN LITERARIA. LUCÍA TURIEL GARCÍA.

 

Lucía Turiel García

3º de Educación Primaria

5º trabajo de literatura

Creación literaria

 

BLANCONIEVES Y LAS SIETE ENANITAS

 

Érase una vez un joven y apuesto príncipe llamado Blanconieves con una piel tan blanca como la nieve, que vivía en un reino muy muy lejano con su madre y su padrastro.

Su padrastro, que era el rey, era también muy hermoso, pero además de ello orgulloso. Se pasaba todo el día mirándose al espejo. El espejo era mágico y cuando se paraba frente a él, le preguntaba:

—Espejito, espejito, ¿quién es el más hermoso del reino?

Entonces el espejo respondía:

— Tú eres el más hermoso de todos los hombres.

El rey quedaba satisfecho y contento, porque sabía que su espejo siempre decía la verdad. Sin embargo, con el paso de los años, la belleza y la dulzura de Blanconieves se hacían más visibles. Por todas sus buenas cualidades, superaba mucho la belleza física del rey. Y llegó un día en que el rey preguntó de nuevo al espejo:

—Espejito, espejito, ¿quién es el más hermoso del reino?

El espejo contestó:

—Blanconieves, quien te supera de belleza y dulzura.

El rey se llenó de rabia y ordenó que viniera el cazador, y le dijo:

—Llévate al joven príncipe al bosque y asegúrate de que las bestias salvajes se encarguen de él.

El cazador llevó a Blanconieves al bosque, pero cuando estaba a punto de cumplir las órdenes del rey, se apiadó del bello joven y dijo:

—Corre y vete lejos, pobre joven. Busca un lugar seguro donde poder vivir.

Blanconieves estando solo en el bosque peligroso, corrió tan lejos como pudo hasta que se hizo de noche. Entonces vio una pequeña cabaña y entró en ella para dormir. Al entrar en la cabaña, todo lo que había era pequeño. Había una mesa con siete platos pequeños. Había también siete cuchillos y tenedores pequeños, y siete jarritas llenas de agua. En la pared había siete camas pequeñas, una junto a la otra, cubiertas con colchas tan blancas como la nieve.

Blanconieves tanta hambre y sed, que comió un poquito de comida de cada platito y bebió una gota de cada jarrita. Luego, quiso acostarse en una de las camas, pero ninguna era de su medida, hasta que finalmente pudo acomodarse en la séptima.

Cuando ya había oscurecido, regresaron las dueñas de la cabaña. Eran siete enanitas que trabajaban en las minas extrayendo oro y piedras preciosas en las montañas. Ellas encendieron sus siete linternas, y observaron que alguien había estado en la cabaña, ya que las cosas no estaban en el mismo lugar.

La primera dijo: —¿Quién se ha sentado en mi silla?

La segunda dijo: —¿Quién comió de mi plato?

La tercera dijo: —¿Quién mordió parte de mi pan?

La cuarta dijo: —¿Quién tomó parte de mis vegetales?

La quinta dijo: —¿Quién usó mi tenedor?

La sexta dijo: —¿Quién usó mi cuchillo?

La séptima dijo: —¿Quién bebió de mi jarra?

Entonces la primera observó una arruga en su cama y dijo: —Alguien se ha metido en mi cama.

Y las demás fueron a revisar sus camas, diciendo: —Alguien ha estado en nuestras camas también.

Pero cuando la séptima miró su cama, encontró a Blanconieves durmiendo cómodamente y llamó a las demás:

—¡Oh, cielos! —susurraron—. Qué encantador muchacho.

Cuando llegó el amanecer, Blanconieves se despertó muy asustado al ver a las siete enanitas paradas frente a él. Pero las enanitas eran muy amistosas y le preguntaron su nombre.

—Mi nombre es Blanconieves —respondió—, y les contó todo acerca de su malvado padrastro.

Las enanitas dijeron:

—Si puedes limpiar nuestra casa, cocinar, tender las camas, lavar, coser y tejer, puedes quedarte todo el tiempo que quieras—. Blanconieves aceptó feliz y se quedó con ellas.

Pasó el tiempo y un día, el rey decidió consultar a su espejo y descubrió que el príncipe vivía en el bosque. Furioso, envenenó una manzana y se disfrazó de anciano.

— Un bocado de esta manzana hará que Blanconieves duerma para siempre — dijo el malvado rey.

Al día siguiente, las enanitas se marcharon a trabajar y Blanconieves se quedó solo.

Poco después, el rey disfrazado de anciano se acercó a la ventana de la cocina. El príncipe le vio y le ofreció un vaso de agua.

—Eres muy amable —dijo el anciano—. Toma esta manzana como gesto de agradecimiento.

En el momento en que Blanconieves mordió la manzana, cayó desplomado. Las enanitas, alertadas por los animales del bosque, llegaron a la cabaña mientras el rey huía. Muy tristes, colocaron a Blanconieves en una urna de cristal. Todas tenían la esperanza de que el hermoso joven despertase un día.

Un día una apuesta princesa que cruzaba el bosque con su caballo vio al hermoso joven en la urna de cristal y maravillada por su belleza, decidió darle un beso en la mejilla, el joven despertó al haberse roto el hechizo. Blanconieves y la princesa se casaron y vivieron felices para siempre.

 

CENICIENTA LA REBELDE

 

Érase una vez una joven llamada Cenicienta. Vivía en una enorme casa con su padre, su madrastra y sus dos hermanastras.

Cenicienta era una joven muy guapa pero también egoísta, manipuladora y sobre todo mentirosa. Para conseguir todo lo que quería solía aprovecharse de su padre el cual era muy bondadoso para que le comprase todos sus lujos, los cuales eran caros vestidos, joyas y otros enseres.

La madrastra y sus dos hermanastras, eran encantadoras y buenas, por lo que Cenicienta también se aprovechaba de ellas, para que hicieran todo lo que ella quería.

Un día cualquiera, Cenicienta salió de su casa para ir a la escuela, y se encontró con un grillo. Cenicienta lo cogió y lo observó detenidamente, ya que en sus ojos transmitía algo especial que nunca había visto. De pronto el grillo la habló, y la dijo:

_Hola Cenicienta, por fin me has encontrado_ Cenicienta se asustó y lo tiró al suelo bruscamente al ver que el grillo hablaba. Cenicienta contestó:

_¿Cómo es que hablas? ¿Estaré soñando?

El pequeño grillo dijo:  _No estás soñando soy tu conciencia y he estado toda tu vida detrás de ti observándote_

Cenicienta muy asombrada al procesar en su cabeza todo lo ocurrido le dijo: _¿Observándome por qué? Y ¿Por qué a mí?

El grillo puso cara de desilusión… y dijo:

_Porque llevas mucho tiempo tratando mal a tu familia y he decidido ayudarte a cambiar tus modales… ¡Seré tu conciencia!

Cenicienta muy alarmada y ofendida tras oír las palabras del pequeño grillo le dijo:

_Yo no necesito que nadie me diga lo que tengo que hacer, ya soy mayorcita!

Al terminar de hablar Cenicienta continuó su camino hacia la escuela dejando atrás al pequeño grillo.

Cuando Cenicienta salió de la escuela, para ir a su casa un hombre se acercó a ella y le dijo:

_ ¡Oh pero que hermosa eres. Ven conmigo, soy el dueño de una obra de teatro y me gustaría que participases como protagonista! Esa belleza tuya hay que explotarla! ¡Y te haré rica!

Cenicienta aceptó encantada y muy ilusionada. De pronto apareció de nuevo el pequeño grillo para decirle que no lo aceptase, que es mejor irse y volver a casa. Pero Cenicienta no le hizo caso…

Durante todo el día se quedó actuando en el teatro. Pasados unos días, cuando quería volver a casa el dueño del teatro le dijo que no podía irse, que tenía que quedarse con él.

Cenicienta se echó a llorar tan desconsolada diciendo que quería volver a casa que el malvado hombre la encerró en una jaula para que no pudiera escapar, pero de pronto apareció el pequeño grillo y logró liberarla.

Durante los días que Cenicienta había estado fuera, su padre, su madrastra y sus dos hermanastras habían estado muy tristes y preocupadas, por lo que la habían buscado por todos los rincones de la casa. Cuando Cenicienta y el grillo llegaron a casa, no había nadie, estaba totalmente vacía. Una vecina los vio preocupados y les dijo que se habían ido en dirección al mar para buscarla.

Cenicienta y el pequeño grillo decidieron ir a buscarles. Pero de pronto se cruzaron con un grupo de niños corriendo:

_¿Dónde vais?_ preguntó Cenicienta.

- Al País de los Juguetes - respondió un niño-. ¡Allí podremos jugar sin parar! ¿Quieres venir con nosotros?

- ¡Oh, no, no!- le advirtió el grillo-. Tenemos que encontrar a la familia, que está triste y preocupado por ti.

- ¡Sólo un rato!- dijo Cenicienta- Después seguimos buscándolos.

Cenicienta se fue con el grupo de niños seguido del grillo que intentaba seguir convenciéndola de continuar buscando a la familia. Cenicienta brincó y jugó todo lo que quiso. Enseguida se olvidó de su familia, sólo pensaba en divertirse y seguir jugando. Pero a medida que pasaba más y más horas en el País de los Juguetes, Cenicienta se iba convirtiendo en un burro. Cuando se dio cuenta de ello se echó a llorar. De pronto apareció un hada, y Cenicienta se sorprendió. El hada la dijo:

-He venido a rescatarte-. Compadeciéndose de ella la devolvió a su aspecto. -Pero a partir de ahora, cada vez que mientas te crecerá la nariz-

La joven quitándose las lagrimas de los ojos la dio la gracias y aceptó el trato.

Cenicienta y el pequeño grillo salieron corriendo en busca de la familia.

La familia, que había salido en busca de Cenicienta en un pequeño bote de vela, fue tragado por una enorme ballena.

Entonces Cenicienta y el grillito, desesperados, se metieron al mar para rescatarles.

Cuando Cenicienta, estuvo frente a la ballena le pidió por favor que le devolviese a su familia, pero la enorme ballena abrió muy grande la boca y se la tragó también a ella.

¡Por fin Cenicienta y su familia volvían a estar unidos!, Ahora debían pensar cómo conseguir salir de la barriga de la ballena.

- ¡Ya sé-, dijo el pequeño grillo -hagamos fuego! El fuego hizo estornudar a la enorme ballena, y la balsa salió volando con todos.

Una vez a salvo Cenicienta le contó todo lo sucedido a su familia y le pidió perdón. A su familia, a pesar de haber sufrido mucho, sólo le importaba volver a tener a Cenicienta con ellos.

Pasado un tiempo, Cenicienta demostró que había aprendido la lección y se portaba bien, yendo al colegio, escuchando los consejos del grillo y siendo buena con toda su familia.

 

 

LOS TRES CERDITOS

 


Había una vez tres hermanos cerditos que vivían en el bosque. Como el malvado lobo siempre los estaba persiguiendo para comérselos dijo un día el mayor:

- Tenemos que hacer una casa para protegernos de lobo. Así podremos escondernos dentro de ella cada vez que el lobo aparezca por aquí.

A los otros dos les pareció muy buena idea, pero no se ponían de acuerdo respecto a qué material utilizar. Al final, y para no discutir, decidieron que cada uno la hiciera de lo que quisiese.

El más pequeño optó por utilizar paja, para no tardar mucho y poder irse a jugar después.

El mediano prefirió construirla de madera, que era más resistente que la paja y tampoco le llevaría mucho tiempo hacerla. Pero el mayor pensó que aunque tardara más que sus hermanos, lo mejor era hacer una casa resistente y fuerte con ladrillos.

- Además así podré hacer una chimenea con la que calentarme en invierno, pensó el cerdito.

Cuando los tres acabaron sus casas se metieron cada uno en la suya y entonces apareció el malvado lobo. Se dirigió a la de paja y llamó a la puerta:

- Anda cerdito se bueno y déjame entrar...

- ¡No! ¡Eso ni pensarlo!

- ¡Pues soplaré y soplaré y la casita derribaré!

Y el lobo empezó a soplar, la débil casa acabó viniéndose abajo. Pero el cerdito echó a correr y se refugió en la casa de su hermano mediano, que estaba hecha de madera.

- Anda cerditos sed buenos y dejarme entrar...

- ¡No! ¡Eso ni pensarlo!, dijeron los dos

- ¡Pues soplaré y soplaré y la casita derribaré!

El lobo empezó a soplar y aunque esta vez tuvo que hacer más esfuerzos para derribar la casa, al final la madera acabó cediendo y los cerditos salieron corriendo en dirección hacia la casa de su hermano mayor.

El lobo estaba cada vez más hambriento así que sopló y sopló con todas sus fuerzas, pero esta vez no tenía nada que hacer porque la casa no se movía ni siquiera un poco. Dentro, los cerditos celebraban la resistencia de la casa de su hermano y cantaban alegres por haberse librado del lobo:


Fuera, el lobo continuaba soplando fuertemente, cada vez más enfadado. Hasta que decidió parar para descansar y entonces se dio cuenta de que la casa tenía una chimenea.

 

Cuando consiguió entrar el lobo, los tres cerditos se quedaron entusiasmados, por lo que salieron corriendo por la puerta, hasta llegar a una casa que estaba escondida por el bosque. Tocaron a la puerta:

 

-¡Por favor abridnos! ¡hay un lobo que nos quiere comer!

 

De pronto abrió la puerta un anciano y los tres cerditos entraron. El lobo llegó a la casa y dijo:

 

-¡No os vais a librar! ¡Os comeré a los cuatro!

 

Entonces el anciano se enfadó y sacó un arma por la ventana apuntándole al lobo y dijo:

 

-¿A si? ¡Ven aquí si te atreves!

 

Entonces el lobo, se hecho hacia atrás asustado y se fue corriendo.

 

Los tres cerditos le dieron las gracias al anciano y se fueron a la casa del hermano mayor.

 

Después de lo ocurrido los tres cerditos, decidieron ponerse de acuerdo y construyeron entre los tres una enorme casa hecha de ladrillos sin chimenea, para que no volviera a ocurrir. Y vivieron felices.


No hay comentarios:

Publicar un comentario